UN FILÁNTROPO VISIONARIO

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UN FILÁNTROPO VISIONARIO

Tompkins 3

ESTA SEMANA ha perdido la vida Douglas Tompkins, uno de los ambientalistas y filántropos más importantes de nuestro país y del mundo. Sólo consuela saber que nuestro amigo murió realizando un deporte que le apasionaba en la región que más amó y protegió: la Patagonia.

El legado que deja Tompkins a Chile y a la sociedad chilena es inmenso en cuanto a la magnitud del patrimonio ambiental, pero también clave y profundo como legado cultural. El primero está constituido por cientos de miles de hectáreas de tierras, bosques y ecosistemas prístinos o restaurados entre las regiones de Los Lagos y Magallanes, que constituyen una decena de predios establecidos como áreas protegidas, entre los que destaca el Parque Pumalín, el Parque Patagonia y los parques Corcovado y Yendegaia, los dos últimos ya entregados al Estado chileno.

El patrimonio natural y de infraestructura donado y por donar de sus fundaciones, constituyen el mayor legado económico que haya recibido el estado chileno en el curso de su historia como nación y ello deberá ser noblemente reconocido y agradecido, ojalá más temprano que tarde, puesto que en términos ambientales el valor de su legado es incalculable.

Asimismo, el legado intangible de Douglas Tompkins es igualmente importante. Él logró con sus acciones y declaraciones, tensionar el debate existente en Chile sobre los modelos de desarrollo, la relación entre el dinero y medio ambiente y el paradigma de la relación entre el hombre y la naturaleza. Como inversionista extranjero, fue discriminado como sospechoso por comprar tierras para la conservación y no para la explotación y se inventó sobre él toda clase de insidias porque su dinero no era usado para el extractivismo minero, maderero o energético.

Fue considerado por el establishment como una amenaza y objeto de sospecha ideológica, política y religiosa, por opinar sobre temas de amplia discusión internacional como la sobrepoblación, la no neutralidad de la tecnología, los límites del planeta y por dedicar gran superficie de tierras a la conservación. En un período incluso, fue víctima de hostigamiento por parte del Estado, pero su trabajo y la consistencia de sus proyectos durante dos décadas, abrieron una brecha definitiva en la noción dominante sobre el desarrollo y la naturaleza y cientos de chilenos se sumaron a establecer nuevas áreas protegidas.

Actualmente ya existe en Chile una red de áreas protegidas privadas, evidenciándose el inicio de una cultura de conservación de la naturaleza más allá de lo que logra proteger el sistema público o lograron mantener las culturas indígenas. Esta cultura emergente de protección de la naturaleza, es y será clave, para atemperar el sesgo de mera explotación que impera en el paradigma extractivista del desarrollo dominante.

En estos momentos en que el equipo, los amigos y la familia de Douglas Tompkins concluyen los ritos funerarios, queda en evidencia que los principales herederos del patrimonio y obras de Douglas Tompkins somos todos los chilenos y creo que ha llegado el momento de reconocerlo y agradecerlo. La iniciativa de ley de un conjunto de senadores para conceder a Tompkins la nacionalidad chilena es un buen comienzo, pero hoy principalmente, se requiere una robusta señal del Gobierno, en orden a reconocer y honrar el legado que Tompkins está haciendo a Chile, facilitando el traspaso de sus donaciones al Estado e integrando los terrenos fiscales aledaños, para constituir la gran ruta de parques nacionales entre Los Lagos y Tierra del Fuego, que este filántropo visionario empezó a construir como eje estructural del desarrollo del Chile Austral. Es ahora cuando la Presidenta Bachelet, en representación nuestra, debe abrirse a recibir el legado que nos dejó a todos los chilenos Douglas Tompkins.

Columna de Sara Larraín publicada en La Tercera