Sequía del Alma

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por Juan Pablo Orrego – publicada en el Blog de Cooperativa el 9 de febrero de 2012

Cien comunas de Chile con escasez hídrica severa. Acá en el Cajón del Maipo, tal como ya alerté en una columna anterior, se está extendiendo una sequía que no había visto en 35 años de residencia por estos lados.

No solamente el río Maipo está bajísimo, no solamente se están secando esteros y vertientes locales, así como emblemáticas cascadas, sino que ahora la vegetación se está muriendo.

Hace semanas los cerros empezaron a colorearse de café. Ahora ya son laderas enteras en las que el litre se está muriendo masivamente. ¿Qué onda? Este es bosque esclerófilo adaptado a largos veranos muy secos, con especies muy resistentes.

Los expertos piensan que se trata de un fenómeno acumulativo. Los oriundos del Cajón contabilizamos ya casi cinco años de sequía, la que se ha ido agudizando.

Así, las heroicas plantas aguantan uno, dos años, pero poco a poco, a medida que todo el ecosistema se va desecando, van perdiendo su resiliencia, hasta morir.

Además puede estar dándose una sinergia entre sequía y radiación ultra violeta.

Un amigo de la Patagonia argentina, experto en bosque nativo, me comentaba que incluso allá en el reino de las lluvias, de los vastos lagos y caudalosos ríos, los bosques se ven crecientemente afectados por especies dañinas que antes estaban presentes, a una escala menor, sin mayores consecuencias. Él piensa se trata de un debilitamiento de las plantas provocado por la radiación UV.

Lo potente de todo esto, es que tanto el cambio climático, y esta sequía creciente que se está instalando en la zona centro-sur de Chile, así como el agujero en la capa de ozono que está dejando pasar los UV en intensidades dañinas para la vida, son fenómenos naturales, pero a los cuales, desde hace ya varias décadas, desde los albores de la revolución industrial, la humanidad les ‘está subiendo el volumen’ y la intensidad a niveles críticos. Círculos viciosos.

Hemos deforestado en forma suicida el planeta. Chile es un buen ejemplo, pero lo que se ha hecho y se sigue haciendo en el Amazonas, o en Indonesia, en términos de escala, es aún más aterrante.

Simultáneamente contaminamos los océanos y degradamos con ferocidad industrial sus cadenas tróficas, y contribuimos con nuestras emisiones de dióxido de carbono a su acidificación con consecuencias catastróficas. Por sus enormes volúmenes, el fitoplancton es más importante que toda la masa boscosa planetaria en su función de regulador biosférico.

¿Cómo puede sorprendernos entonces lo que está sucediendo?

Científicos como J. Lovelock, y otros, trataron de advertirnos hace más de tres décadas que con nuestras emisiones estábamos cruzando umbrales de irreversibilidad con el cambio climático.

Desde hace harto tiempo, algunos de nosotros humildemente también hemos intentado advertir respecto de tendencias culturales, y estructuras sociales, económicas y políticas, así como opciones tecnológicas, que han demostrado ser decadentes.

Hemos sido tildados de eco-terroristas, alarmistas y desinformados. Ahora respecto de esta sequía extrema en el Cajón del Maipo ¿se escucha algo de boca de la autoridad?

En serio ¿qué hacen el flamante nuevo ministerio del Medio Ambiente, Conaf, la Dirección General de Aguas y la Comisión Nacional de Riego?

Atornillando al revés estos sspp autorizan proyectos destructivos, tal como Alto Maipo, que pone en mayor riesgo las aguas del Cajón.

Históricamente no han hecho nada para evitar que lleguemos al estado actual.

Ahora la situación se torna cada vez más compleja, porque el cambio climático y el agujero en la capa de ozono, entre otros, son desastres que debemos enfrentar concertadamente como humanidad, o nos vemos actualmente muy unidos, ni muy pacíficos, ni muy ecológicos.

Como país perfectamente podríamos dar el ejemplo, liderar el cambio hacia la sabiduría, pero Chile, en vez de esto dócilmente sigue el curso de colisión impuesto por las grandes corporaciones y autoridades ciegas o cómplices.

La sequía del alma humana nos está marchitando. ¿Cómo la rehidratamos?