Los alarmantes resultados del estudio realizado por investigadores de la Universidad de Concepción que revelaron altas concentraciones de pesticidas prohibidos en Chile en las aguas de los ríos Ñuble y Cato, así como en pozos cercanos a estos cauces, requieren de una urgente preocupación tanto de las autoridades como del mundo agropecuario, debido al grave riesgo que esto representa para la salud de la población como para la sustentabilidad de la industria alimentaria local.
Según la investigación, que es inédita en Chile, puesto que nunca antes se había medido la presencia de pesticidas en las aguas, la situación de estos ríos es comparable a la de otros ubicados en India, China y Turquía.
Se trata de pesticidas orgánicos clorados como el Lindano, el Heptaclor, el Endosulfano y el Aldrin, utilizados principalmente como plaguicidas en la agricultura, pero también para combatir insectos en la ganadería, como el Lindano.
Su alto nivel de toxicidad determinó que algunos se prohibieran en 1998, y los restantes, entre 2005 y 2012, en el marco del convenio de Estocolmo de 2004 ratificado por Chile. Sin embargo, en la zona se siguen utilizando de manera clandestina, lo que exige una acción fiscalizadora más efectiva por parte de las autoridades.
En términos generales, estos productos pueden producir daños neurológicos, endocrinos, malformaciones congénitas y cáncer, siendo mayor el riesgo en los lactantes y fetos, que reciben los químicos a través de la leche materna y la placenta, respectivamente.
Por sus características, estos compuestos revisten mayor peligro para los organismos superiores de la cadena alimenticia, es decir, los seres humanos, quienes pueden ingerirlos a través del agua, pero también a partir de los cultivos regados con aguas contaminadas así como de los animales expuestos a través de su alimentación.
En ese sentido, si bien las mediciones en pozos noria, pozos zanja y en pozos profundos de sistemas de agua potable rural determinaron concentraciones inferiores a las que existen en los ríos, los niveles son igualmente peligrosos para la salud. Por otro lado, no se ha investigado la eventual acción sinérgica de estos compuestos cuando interactúan entre sí.
De esta forma, se observa que la actividad agropecuaria es responsable de esta situación y a la vez, es víctima, porque su producción está contaminada, un hecho que pone en riesgo la sustentabilidad de la industria alimentaria, ante el cuestionamiento de la trazabilidad de los productos agrícolas y ganaderos exportables. Demás está mencionar que la eventual detección en los puertos de destino de la presencia de pesticidas prohibidos en alimentos exportados por Chile pondría en tela de juicio a todo el rubro exportador nacional.
Es por ello que esta investigación no sólo constituye un llamado de atención para las autoridades responsables de la fiscalización, sino que también para los empresarios agrícolas y ganaderos de la zona, que son los primeros responsables por acción u omisión en el uso de estos compuestos y en las consecuencias que pueden generar en la salud de los habitantes, no sólo desde el punto de vista ético, sino que también penal.
Este estudio, cuyo muestreo se realizó en 2013 y cuya sistematización concluyó la semana pasada, dará origen a artículos científicos y probablemente será replicado en otras zonas agrícolas, donde no debieran sorprender resultados similares.
Es de esperar que en el corto plazo se adopten medidas para evitar que se siga contaminando un bien tan escaso como el agua, que sin lugar a dudas, constituye el activo más valioso de la futura Región del Ñuble.
Fuente: La Discusión